jueves, 14 de marzo de 2013

Apertura

No sé cuántas veces me repitió que no creía en los psicólogos, mientras me apretaba la mano con fuerza y se desahogaba dejando salir lo que no se atrevía a hablar con su familia, por temor a dañarlos. Su miedo, su dolor, su falta de fe en los finales felices, su continuo vaivén entre la esperanza y la desesperación.
Allí, con una completa desconocida que validaba su sentirse como se sentía, este hombre maduro y sobrio podía dar expresión a la verdad de su angustia.
Con una completa desconocida a la que le importaba un rábano que creyera o no en "los psicólogos". Que se limitaba a estar allí sin juicio. A estar allí y abrirse para contener su humanidad herida.

2 comentarios:

  1. ¡Como me identifico con este señor, cuanto cuesta hablar de nuestro miedo y nuestra debilidad!

    ResponderEliminar