miércoles, 2 de abril de 2014

Et in Arcadia ego...

A veces, acercándome a la gran mole blanca y acristalada del hospital, tengo la impresión de que toda esa pulcritud rutilante de edificio moderno y funcional, equipado de tecnología sanitaria de vanguardia, no es más que una cortina de humo detras de la que esconder lo que de ninguna manera queremos afrontar: El dolor, la enfermedad, la muerte. Nuestra fragilidad e impermanencia. La fragilidad e impermanencia de todo lo que amamos. El hospital como sucursal del inconsciente colectivo. La casa de la Sombra de una sociedad en plena negación de lo evidente: Et in Arcadia ego...

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