martes, 1 de julio de 2014

El regreso a casa

De regreso de su quincena invernal de soledad en las montañas, y con varias horas de conducción por delante, Arcángela comenzo a prepararse mentalmente para el reencuentro. De la simplicidad de la cabaña, el fuego, la nieve y las huellas de animales al amanecer, sobre el prado blanco e inmaculado, al bullicio de una casa grande, tres esposos de distintas edades, una coesposa embarazada y varios hijos entre la primera niñez y la adolescencia. Mucha gente. Mucha gente en la casa y en el corazón. Y ni antes ni ahora, hubiera podido decir a quién, entre toda la gente de su vida, amaba más. No había criterio ni comparacion posibles. Cada uno era único, única la relación y la persona y el amor, y única la vida compartida, en el seno de la vida común. Como única la necesidad de retiro consigo misma, o con algún o alguna otros, que se presentaba de vez en cuando y que atendía sin cuestionarla.Cosas de la vida. La vida compleja, contradictoria, a la vez introvertida y amorosa, que le había tocado en suerte. Su vida. La suya y de nadie más.

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